¡ah, qué raro!

…ideas como liebres…

filogenia de las naciones


Dicen que en el siglo diecinueve hubo un gran debate filosófico entre dos conceptos, nación frente a pueblo, o bien nación liberal frente a nación romántica, o nación política frente a nación cultural. Hoy, más de cien años después, la confusión se ha adueñado de los restos. Las heces, bien barajadas, ya sea por la dialéctica de la historia, ya por la paradigmática capacidad de mezcla de las sociedades liberales, basadas en el dinero, llegan hasta nuestros días envueltas en barro.

Dicen, también, que en aquel siglo hubo un científico, llamado Charles Darwin, que descubrió que los seres vivos procedían de un ancestro común. Así, era lícito agrupar las especies por parentesco, en un árbol frondoso cuyas ramas cubren hoy la superficie de la Tierra, y cuyas raíces se hunden en lo más profundo del tiempo. Había nacido la filogenia.

¿Pudiera ser que las ideas, igual que los seres vivos, procedan unas de otras? ¿Pudiera ser que se transmitan iguales, pero que pequeños cambios deriven en una inexorable evolución? ¿Sería lícito entonces describir la filogenia de las naciones?

El cuatro de julio de 1776, las colonias americanas proclaman su libertad al mundo. En la Declaración de Independencia, redactada por Jefferson, lo que sigue:

Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y el Dios de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación…

Los pueblos y las naciones habían entrado con fuerza en la historia de la humanidad.

Luego vendría la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, proclamada por la Asamblea Nacional Constituyente el 26 de agosto de 1789, durante la Revolución Francesa:

Los representantes del pueblo francés, que han formado una Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, la negligencia o el desprecio de los derechos humanos son las únicas causas de calamidades públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer en una declaración solemne estos derechos naturales, imprescriptibles e inalienables…

Por estas razones, la Asamblea Nacional, en presencia del Ser Supremo y con la esperanza de su bendición y favor, reconoce y declara los siguientes Derechos del Hombre y del Ciudadano:

…III – La nación es esencialmente la fuente de toda soberanía; ningún individuo ni ninguna corporación pueden ser revestidos de autoridad alguna que no emane directamente de ella.

A partir de entonces, cientos de constituciones han seguido el modelo de la francesa. ¿Pero qué narices es esa cosa de la que emana la fuente de toda soberanía?

Según el diccionario, nación significa nacimiento. Para los antiguos romanos, nación equivalía a raza, etnia bárbara contra la que batallar y a la que someter, y que se contraponía a la ciudadanía del imperio. Las naciones son entonces biznietas del racismo, de la xenofobia y también de la guerra. Pero en la edad moderna las cosas ya no tendrían por qué ser necesariamente así.


La nación política

Tanto americanos como franceses necesitaban liberarse de un tirano, y para ello echaron mano de las naciones, tal y como se exponían en los manuales de filosofía política de la Ilustración. Locke, Montesquieu… Es justo decir que las naciones son descendientes de la razón. Sin embargo aquellos filósofos no explicaban con mucho detalle el significado concreto de éstas palabras…

Vamos a ver, el problema era el siguiente: de acuerdo, vamos limitar los poderes excesivos que tiene este señor, pero ¿a quién se los vamos a dar? Pues claro, a todos los nacidos… ¿dónde? Pues, ¡en los dominios de este señor! Nada más racional que los orígenes de la nación política. La nación se circunscribe a un dominio, el territorio de una propiedad privada. También cabe decir ahora que las naciones son hijas de los tiranos, unas hijas que mataron al padre.

La historia del Reino de Francia es la de un señor feudal ampliando sus dominios, siglo a siglo, a costa de sus vecinos, parientes, señores feudales. Así que las naciones políticas son también nietas de la ambición y de la guerra.

Nación política, segunda pregunta ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Quién se enfrenta al tirano? ¿Quién establece la soberanía nacional? No es pregunta poco importante.

En Francia, se trata de los representantes del tercer estado, es decir, los que no pertenecen ni a la nobleza ni al clero. Se rebelan contra una subida de impuestos, pues el voto de los otros dos estamentos, liberados de pagar las nuevas tasas, les aseguraba perder la votación. Como en número son mayoría, deciden cambiar el sistema de votación: un hombre, un voto, en lugar del voto por estamentos. Así empezó todo…

Pero los representantes del tercer estado no se elegían al azar. Se trataba, en su mayoría, de burgueses ricos, los que pagaban más impuestos en sus ciudades de procedencia. Los que se podían permitir ir a discutir a París… De entre seiscientos diputados apenas había ocho agricultores.

En las colonias americanas se formaron gobiernos en la sombra, y «comités de correspondencia» que coordinaban las acciones contra el gobierno real. Dichos comités se encargaron de la organización del Congreso de Filadelfia, y de la guerra. La elección de sus miembros se hacía de forma similar, de entre los colonos más destacados.

Las naciones son entonces hijas del dinero y de la burguesía.


La nación romántica

Si una cosa lleva aparejada la sociedad burguesa, desde entonces hasta hoy, esa es el aburrimiento. Vivimos en la sociedad del tedio, del spleen, creada a medida de la clase dominante. Las damas burguesas se abuuuurren como ostras en el fondo del mar. Por esta razón, a ellas no les satisfacen los ideales clásicos de belleza, bondad, certeza… Necesitan algo más.

En el arte y la filosofía, es el momento del espíritu. El espíritu del arte, el espíritu de los pueblos, el espíritu de la época… Lo sublime, el nuevo ideal, lleva aparejada la tragedia, como el doctor Jekyll al señor Hyde.

Conviene reconocer, desde este nuevo punto de vista, que las naciones liberales no se habían definido de manera satisfactoria, conforme al espíritu. Nacer en un territorio concreto, al arbitrio de la historia, no bastaba entonces. Era preciso encontrar el ideal, el espíritu de los pueblos: lengua, raza, religión, clima… En una contradicción dialéctica, todo aquello que se había despreciado para establecer la igualdad entre los hombres se invocaba ahora para dar cohesión a las nuevas realidades nacionales.

Los paradigmas de esta nueva forma de entender la nación serán las unificaciones de Italia y de Alemania. Es la época de Verdi y de Wagner, de las exposiciones de París, la segunda mitad del siglo diecinueve. Las naciones románticas serán pues hijas del espíritu, del arte, de lo sublime… y del poder de la guerra.

Poco antes de comenzar el siglo, la nueva Francia declara la guerra al Sacro Imperio Germánico. En su momento álgido, Napoleon ha conquistado Europa. Esto es posible porque en las tierras conquistadas mucha gente se une a los invasores. Ven en Napoleon una oportunidad para deshacerse de las tiranías, de abolir antiguos privilegios, y en la guerra una forma de hacer política. Cuando caiga el emperador, el continente, inoculado con la semilla del liberalismo, ya no volverá a ser el mismo.

El diecinueve se debate entre las revoluciones liberales y las restauraciones monárquicas. El siglo de las naciones es también el de la guerra, sobretodo en la Europa central. Las llamadas potencias europeas se enzarzan en sus juegos de poder. En Alemania, bajo la batuta de Prusia, se acaba por formalizar el Imperio Alemán, tras numerosas guerras. En Italia, el liberal Garibaldi le regala en bandeja de plata la nueva nación a la casa de Saboya. A estas alturas del siglo, los intereses de los liberales y de la nobleza, antes contrapuestos, ya se habían mezclado en el barro de los campos de batalla. Burguesía en estado puro, es decir, mezcla, comercio, interés, dinero.

Surge por esta época el movimiento obrero, internacionalista, consciente de que se había forjado un nuevo y poderoso enemigo.


Filogenia de las naciones

En el árbol filogenético de las naciones encontramos ideas contrapuestas, como cabria esperar de las ilustres hijas de la historia, de la burguesía y el romanticismo. Una cara amable, que apenas puede esconder un retrato monstruoso, escondido en el desván. Por fachada, la razón, libertad, igualdad entre los hombres… Y también el ideal, el arte, la sublimación del espíritu.

Pero escondidas en el desván, apartadas convenientemente de la vista pública, la guerra, el abuso de poder, la ambición, el racismo, la violencia… Y también la arbitrariedad.

En el fondo se trata del viejo e irresoluble problema del poder político en busca de su legitimidad. Las naciones se construyen sobre mentiras convenientes, que nos explican por qué hemos de ser dóciles. Piensa un poco, en la era de Internet, de una comunidad humana conectada de forma universal, ¿qué sentido tiene todo esto?

Yo me quedo con el viejo lema de la Ilustración, sapere aude, atrévete a saber. Pues eso.

8 comentarios el “filogenia de las naciones

  1. César Galiano
    1 de agosto de 2010

    Atrévete a contarle eso a un nazionalista. Lo entenderá todo y se dará cuenta de que es como dices, pero al cabo de dos segundos aparecerán sus tabúes, te incluirá entre la lista de los enemigos de la patria y estará defendiendo de nuevo a su supuesta nación. No hay nada que hacer. Razonar no es suyo.

  2. Anonymous
    1 de agosto de 2010

    "No es LO suyo". ¿Por qué tendré que escribir los comentarios recién levantado de la cama?César

  3. moncho
    1 de agosto de 2010

    Buenos días otra vez.Bueno, si me incluye en esa lista seguramente tenga razón, aunque razone más bien poco. Paradojas.

  4. jadqs
    3 de agosto de 2010

    Que qué sentido tiene todo esto?Pues ninguno razonable.Te puedo asegurar que en el día a día, en la calle, a la gente le importa 3 pepinos la independencia de Cataluña, por ejemplo.Lo que les preocupa es que su hermano está parado, que su mujer no encuentra trabajo, que no llegan a final de mes, que no les dan el crédito que necesitan en el banco, y otros asuntillos de este estilo bastante alejados de la polémica nacionalista de moda que solo interesa al mundo político, que tiene el único interés de vivir (lo mejor posible, claro) de la política y de persistir en el poder, y si para ello hay que fomentar – publicitar, la autodetermincación, independencia o antitaurinismo, pues se agarran al carro rapidamente por un puñado de votos.Que bien explicas las cosas Moncho, comulgo con muchos de tus artículos-comentarios.Felicidades por escribir tan bien.Saludos,

  5. jadqs
    3 de agosto de 2010

    joer César!No sabía que ahora vigilabas-censurabas los comentarios de tu blog!Es que te has comprado unas tijeras?Creía que lo del anarquismo era otra cosa, jeje!Agur!

  6. moncho
    3 de agosto de 2010

    Hola Jose, gracias por comentar.Lo que ha hecho César lo está haciendo mucha gente, porque hay mucho impertinente por ahí. Yo por ahora prefiero no hacerlo, total, aquí estamos en familia.Saludos

  7. Anonymous
    4 de agosto de 2010

    Así es, Jose.Había un zopenco que últimamente le daba por hacer comentarios, cuando menos, bastante imbéciles. No sé quién es, pero sé que me tiene tirria por algo. O envidia. Mucha, además. Se le nota un huevo. De modo que decidí que el blog es mío y que no tengo por qué desayunar cada día leyendo impretinencias. Otra cosa es ir en contra de lo que yo escriba. Eso lo respeto, claro. Pero si alguien decide insultarme, al menos que lo haga con inteligencia. César

  8. jadqs
    4 de agosto de 2010

    AH!NO SABÍA!GRACIAS POR LAS ACLARACIONES!YO CUANDO ESTOY GUERRILLERO TAMBIÉN PUEDO SER IMPERTINENTE … PERO EDUCADO ESO SÍ, … JEJE.SALUDOS!!

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Esta entrada fue publicada en 30 de julio de 2010 por en Sin categoría y etiquetada con , .