Cataluña, ¿quién te quiere?

Laporta, Dinio, Cataluña, dignidad. Juntos aquí. Si una virtud adorna a Joan Laporta, es la de ser transparente.

El que más se llenaba la boca con tu nombre, el que encabezaba las manifestaciones, el que llevaba las pancartas. El que promovía con más ardor tu independencia. ¿De verdad te quería? ¿Para qué te quería? ¿De qué manera te quería? No ha dudado ni un segundo en mezclar tu nombre con el barro de la pornografía, para su propio beneficio. Para hacerse publicidad, te asocia con lo más bajo…

Hace poco más de un año escribí una entrada titulada país de putas. La ironía es grande. Me refería a España, me refería a la corrupción, y me refería a unos anuncios de la televisión en que salía María Lapiedra. También me refería, de paso, a un tiempo en el que viví en Barcelona. Laporta ha conseguido que me vuelva a acordar de todo a la vez. En Barcelona descubrí cómo se parece Cataluña a España, en lo cutre, en que cuando rascas un poco por debajo del oropel aparecen los mismos piratas y las mismas putas. Las mismas.

Independencia, ¿para qué? Para esto no hacía falta.

¿Quién te quiere, Cataluña? ¿Para qué? Detrás de los anuncios, de las falsas sonrisas, ¿a quién le dueles? Orgasmos de papel, gaviotas que aniquilan virtualmente a inmigrantes ilegales, presuntos hombres de izquierda que se colocan en el cartel insultando a otras comunidades, fulanas…

Sólo Mas, entre los grandes, parece dar la talla. Pero, ¿volverías a dejarte seducir por la máscara de la hipocresía, por el rostro de la parálisis? ¿Por aquellos que te convencieron, mientras dormitabas, larga y apaciblemente en su seno, de que estabas rodeada de enemigos?

¿Quién te quiere, Cataluña? Piénsalo bien.