¡ah, qué raro!

…ideas como liebres…

trece semanas

La imagen que se ve arriba es la ecografía de un feto a las trece semanas de embarazo. Cualquiera que haya sido padre recientemente sabe lo que significa esta ecografía, que se hace generalmente alrededor de la semana doce: es la primera vez que ves a tu hijo. El niño nació sano, sin ningún riesgo para su salud ni para la de su madre. Según el actual proyecto de ley del aborto, la interrupción voluntaria de esta vida no tendría ninguna consecuencia legal para aquellos que así lo decidieran y ejecutaran. Esto a mí me parece mal.

Lo primero que quiero decir acerca del aborto es que me parece un auténtico dilema moral, y desconfío gravemente de aquellos que son capaces de resolverlo en trece segundos. Si tú eres uno de ellos, es que no lo has pensado muy bien. El dilema se plantea de la siguiente manera: una persona no quiere tener hijos, y decide por tanto emplear algún método anticonceptivo al mantener relaciones sexuales, consideramos entonces que es inteligente y responsable; otra persona, en su misma situación, decide esperar a que el niño nazca y lo elimina después, decimos que es un asesino. Así que el dilema se encuentra entre los siguientes términos, la libertad de una persona para decidir los asuntos íntimos de su vida, y la conservación de la propia vida de un nuevo ser.

Tenemos entonces dos situaciones claras, la de la anticoncepción y la del infanticidio, separadas entre sí por un paréntesis temporal, que denominamos embrazo, y en el cual el deslinde entre ambos derechos se difumina. Existen al respecto dos posiciones maximalistas. La primera sería la que podríamos llamar liberal, o feminista radical, que pone el límite en el momento del nacimiento. Hasta ese punto la madre tendría derecho a decidir, y el médico a ejecutar lo decidido por ella. La segunda sería la que llamaríamos tradicional, y es la que adopta en su doctrina moral la iglesia católica, por ejemplo. Según ésta, el deslinde correcto ha de hacerse en el momento de la concepción, y desde este momento el nuevo ser tiene derecho a la vida por encima de cualquier otra consideración.

Confieso que si tuviese que elegir una de éstas dos opciones me quedaría sin dudar con la segunda, pero creo que podemos aspirar a algo mejor. No me parece justo que se trate a una adolescente que se toma la pastilla del día después como a una asesina, y creo que la iglesia se equivoca gravemente, por decirlo delicadamente, al equiparar embriones con niños. Esto no es justo. Las leyes no deben basarse en opiniones personales, y deben favorecer a los más débiles, pero también, en caso de duda, a los propios acusados. Creo que el problema de la jerarquía católica es que ni se les pasa por la imaginación que puedan estar equivocados, pero esto es algo que las leyes sí que deben contemplar.

Yo no estoy a favor, por tanto, de ninguna de éstas dos posturas. Los límites se difuminan fácilmente. Hay niños que nacen en la semana treinta y siete y otros lo hacen en la cuarenta y dos. Hay bebés prematuros, de apenas seis meses, y menos, que salen adelante en incubadoras. El vientre materno sólo es un lugar, nada más, y el derecho a la vida no puede depender de dónde uno se encuentre, porque es un absurdo y las leyes deben ser coherentes. Por otra parte un óvulo fecundado no es muy diferente de otro sin fecundar, y es prácticamente idéntico a una célula madre. Un niño recién nacido tiene billones de células, organizadas en la estructura más compleja que uno pueda imaginar. No son comparables en nada, creo que tampoco deben serlo en derechos.

Debemos, pues, afinar un poco más.

¿Qué día empieza la vida? Andan los ateos cristianos buscando el momento clave, el instante sublime en que el Señor infunde el alma inmortal en el hombre, creado a su imagen y semejanza. Buscan el punto justo en el que comienza la vida, entendiendo por tal la propia del ser humano, la vida mental. Yo creo que jamás lo encontrarán. El milagro se produce de manera continua, ante nuestros propios ojos, sin que nuestra imaginación sepa siquiera qué es lo que hay que buscar. Si nuestro cerebro fuese tan sencillo como para que lo pudiésemos entender, entonces nosotros seríamos estúpidos. Si el misterio del alma se pudiese resolver, entonces seríamos máquinas.

Pero no es el de la creación el único mito que sobrevuela el debate. Está también el mito del hijo no deseado. Según esta categoría universal, tener un hijo no deseado equivale a la muerte en vida, te conviertes en un nosferatu sin alma y la sombra de la felicidad se aleja de ti para siempre. Si eres adolescente, peor que peor. Adoramos a la juventud, pero rechazamos sus consecuencias. Este mito está tan hondamente arraigado como aquél, y es aún más falso.

Así que vuelvo al principio, a la ecografía de las trece semanas. Yo estoy a favor de una ley de plazos, que me parece muy necesaria, porque el factor tiempo es la clave. No creo que haya que castigar legalmente un aborto temprano, al menos de la misma manera que un homicidio. Ni siquiera creo que moralmente sean semejantes en absoluto, aunque no me guste. Pero trece semanas me parecen demasiadas, no digamos ya veintidós. Sé que no es más que una opinión personal, pero es la mía.

Por último, si yo tuviese la tentación de abortar, lo que es imposible porque soy un hombre, si mi mujer, mi prima, mi hija o mi hermana me pidiesen consejo… les pediría por favor que no lo hicieran. Si tú que estás leyendo ésto tienes alguna duda, piensa que el futuro no está escrito, que nadie sabe lo que va ocurrir, y que lo que hoy ves como una tragedia mañana puede convertirse en lo mejor de tu vida. Por favor, dale una oportunidad.

VIDEO: Semanas 9 a 12, vía serPadres.es

9 comentarios el “trece semanas

  1. Anonymous
    8 de julio de 2009

    Precioso, Moncho. No creo que nadie lo hubiese podido explicar mejor. Me pregunto habitualmente despues de leerte (no lo digo solo por este post, sino en general) si somos anormalmente normales (o a mi me parece que lo somos) por pensar así o no….No se, demasiado fuerte para pensarlo en verano. En invierno ya veremos..Un abrazo y gracias. Forgo.PD. te perdono que no te prodigues tanto si los post son de altura como éste. 😉

  2. moncho
    8 de julio de 2009

    Gracias Lif. A ver si nos vemos en verano algo más que en invierno. Saludos.

  3. César Galiano
    8 de julio de 2009

    Moncho:Lo importante no es la vida. Es la dignidad. Los esclavos tenían vida. También los arenques. Ninguno de ellos tenía dignidad. Y la dignidad es lo único que vale. ¿Te gustaría que tu gente no te respetase? Es la dignidad, no la vida. ¿Cuándo empieza eso?

  4. moncho
    8 de julio de 2009

    César, no sé si estoy de acuerdo contigo. Ya te he escuchado eso antes, y me parece que algo falla. Puede que tengas razón, que la dignidad tenga más valor, pero creo que la vida también vale mucho. Además, nadie conoce el futuro, siempre hay sitio para la esperanza.

  5. César Galiano
    9 de julio de 2009

    Moncho:La vida y la muerte sólo se ven en el filo de la navaja. Pero hay algo más allá, por supuesto: la esperanza de sobrevivir… con dignidad. Con todo el respeto que sabes que te tengo, creo que nunca te has encontrado en esa tesitura. Y en cierto modo te envidio. No del todo. De hecho, no es por eso. Vamos, claro que no. Lo tuyo y lo mío es una admiración circular (creo). Pero he conocido a mucha gente que sí ha estado al borde del mundo. Casi todos están muertos. Algunos se suicidaron y a otros LOS suicidaron. Cosas de la vida. Yo también sé de eso, como sabes. Lamentablemente, mucho. ¿O a lo mejor no he de lamentarme? Quién sabe. Y en cuanto a la esperanza… ¿Me hablas de esperanza? ¿A mí? Eso me lo dices en la cara si tienes cojones. Un abrazo, amigo mío.

  6. César
    11 de julio de 2009

    O sea que, ¿cuándo vienes a casa?

  7. moncho
    11 de julio de 2009

    Los cojones son como el honor: se presuponen. Así que nos vemos al final de esta semana que entra, si Dios quiere, en tu casa.No debes creerte el único que ha estado al borde del mundo, pero creo que el post no iba de eso.Nos vemos pronto. Un abrazo.

  8. moncho
    11 de julio de 2009

    Yo me refería al aborto.Hay gente que lo justifica enseñándote a los niños que pasan hambre, a los que no quieren sus padres o a los que viven una vida miserable, sin dignidad como tú bien dices. Sin duda tienen razón, probablemente no merece la pena vivir así, pero lo que yo pienso es que de antemano, en el momento de abortar, no se puede saber con certeza lo que va a pasar. Me refería a esa esperanza, nada más. La bolita de cristal infalible yo aún no la conozco, ¿y tu?

  9. MAEMIS
    4 de agosto de 2009

    Hay una realidad bastante cruel y es que un embarazo no siempre es una bendiciónEn otro plano,también podemos plantearnos si todo el mundo está capacitado para educar. Desde mi punto de vista, claramente, no. Cuando se ven barbaridades como las últimas violaciones de menores en el sur, se pone de manifiesto que determinados individuos no deberían haber sido nunca padres. Y esto sin minusvalorar la responsabilidad de la sociedad en el temaDesde luego, es un tema con difícil solución por eso la mejor medida es la libertad de elección

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Esta entrada fue publicada en 7 de julio de 2009 por en Sin categoría y etiquetada con .